martes, 2 de diciembre de 2008

Barro, rasguños y picaduras en la ruta del Hebraica

Eran las 7 de la mañana y allí estaba yo: En la entrada de San Bernardino, listo para hacer la ruta del Hebraica. Había puesto 1,5 lts. de agua en el Camel, llevaba un Gatorade amarrado a él, y un par de Nature Valley.

Estaba amarrando los cordones de los zapatos y esperando que el Garmin cogiera los satélites, cuando apareció un carajo que me preguntó por la carrera. Le dije que estaba suspendida, pero que iba a hacer la ruta, o al menos una parte de élla, dependiendo de mis condiciones y las de la ruta. De una vez dijo que la iba a hacer conmigo, y como le dije que era la primera vez que yo me había inscrito, creo que me entendió que era la primera vez que corría o algo así, pues se desató a hablar dándome consejos acerca de todo lo imaginable: respiración, alimentación, entrenamiento, y pare de contar. No paraba de hablar y yo: ajá, claro, sí. Decidí que iba a subir muy lento a ver si se fastidiaba y se adelantaba bastante, o si no, dependiendo de como viera sus condiciones, trataria de dejarlo yo. Era un tipo joven y se veía bastanta fuerte. A todo esto arranqué el Garmin, pero no me percaté que no lo habia reseteado y tenía programado la vuelta automática cada km., cosa de la que me daria cuenta en el km 1, cuando marcó la primera vuelta.

En la entrada estaba atravesada la cinta amarilla "no pases", pero no le paramos. Ya como en la tercera curva había un derrumbe que ocultaba completamente la carretera. Cruzamos llenándonos los zapatos de barro y después, a medida que subiamos, más y más derrumbes. Unos pequeños y otros más grandes. Y más y más barro. Cuando sonó la alarma del km 1 me sorprendió y ví que indicaba lap 8 y marcaba 14'50''. Recien entonces hice reset y volví a iniciar el cronómetro, pero no le quité lo de la vuelta automática, lo que me complicaría el desglose de tiempos. Total que llegamos al inicio del corta fuego en 15'50''. Aunque como dije había decidido subir lento, era un tiempo muy largo. Ya se prefiguraba que no iba a ser un dia de hacer tiempos.

Ya en el CF, en efecto muchísimo barro y grandes charcos de pantano. También pequeños arboles caidos y atravesados. Yo trataba de mojar los zapatos lo menos posible y mi ocasional "coach" hacia alarde de lo buenos que eran sus zapatos (unas botas Garmont), chapoteando por el medio de los charcos. Me fué muy dificil agarrar un ritmo, pero allá iba. No me pareció que pudiera escapármele a mi partner y no era la idea fundirme antes de tiempo, así que, que más remedio, seguimos juntos con él siempre hablando. En la quebradita que hay antes del final del cortafuego, me dice: "me voy a hidratar, tú sigue que yo te alcanzo". Así lo hice y a los varios segundos empecé a escuchar sus zancadas más y más cerca, hasta que, lo tenia prácticamente a mis talones. Al pasar el chorro de agua del puesto de guardaparques, su ritmo disminuyó. Al pasar la casita del guadaparques lo sentí lejos y después, más nunca. Será que se fundió al darme alcance?. Total el tiempo en el cortafuego también fué malo: 32'20''. En entrenamiento siempre hacia entre 27 y 29. Y en carreras alrededor de 25.

La bajada a quebrada Chacaito fué casi normal. Un poco más lenta por precaución. Me llevó casi 12' y ya iban 1h 1'. Logré pasar la quebrada casi sin mojarme, a pesar de lo caudalosa que estaba. La subida a Loma Serrano se me hizo más pesada por los contínuos resbalones, sin embargo 19' no parece mal tiempo. Ya llevaba 1h 20'. En entrenamiento hice 1h 10'.

En la bajada de Sabas Nieves esas escaleritas no me gustan pero para nada. Me costó 16' llegar hasta el puentecito. Que malo soy bajando.

Llegando a Quebrada Quintero decidí tomar Gatorade, pues ya llevaba más de hora y media. Tuve que pararme, desamarrar la botella y beber con calma, total, nadie me pasó, je je. Pasé por el cruce que baja hacia el campamento de incendios en 2h 5' y por la quebrada Sebucán en 2h 30'.

Ahora venía un tramo que me gusta bastante, hasta el cruce de Piedra del Indio. Pero no contaba con la vegetación demasiada crecida. Empezó el fastidio de los arañazos en brazos y piernas. Y en muchas partes tuve que pasar por debajo de esos túneles vegetales que forma la vegetación prácticamente de cuclillas. Para hacer más divertida la cosa, me dí un resbalón en una roca mojada y para no caer de culo instintivamente puse los brazos y caí de manos. Sufrí una ligera contracción de los triceps. El último tramo antes del cruce normalmente lo hago trotandito, pero esta vez no había sendero. Parecía una pared compacta de ramas. Si no supiera hacia donde debía dirigirme, seguro me pierdo. Por fín llegué al cruce completamente empapado y los pies flotando adentro de los zapatos. Las medias enchumbadas. Llevaba 3h 2'. A pesar de todo no iba tan mal, pues en entrenamiento había hecho 2h 50'.

A estas alturas me empezó a pegar el cansancio más que físico, mental. Pensé en bajar de una vez por Cachimbo. Eso de andar prácticamente a ciegas abriéndose paso con los brazos a través de las ramas que te rasguñan brazos y piernas, se te enredan en los pies, te pegan en el rostro, puede resultar, como en efecto estaba ocurriendo, agotador.

Más que por una decisión razonada, por acción del piloto automático, subí a la Piedra del Indio. La niebla se había adueñado del sector. No se veía a más de unos pocos metros. Me senté en una piedra a sacarme la basura de los zapatos, a exprimir las medias, a comerme uno de los Nature Valley, a tomar Gatorade y a evaluar daños: Tenía brazos y piernas con muchos pequeños rasguños y dos un poco más severos en el muslo y canilla izquierdos. Nada grave, pero los arañazos de estas matas pican de una manera muy molesta.

Seguí. Previsiblemente, el tramo hacia quebrada Paraiso estaba peor que nunca en cuanto a barro y raices y ramas atravesadas. Creo que en ningún momento logré correr más de 30 segundos seguidos. Necesariamente tuve que hacer "culi cross" (Joao dixit) en algunas partes y algo me rasguñó el cuello. Por fín llegué a la quebrada en 3h 42'. Ya ni me preocupé por no mojar los zapatos. Recogí agua en la gorra y me la eché en la cabeza. Que sabroso. Nuevamente exprimí las medias. Algo me picó en las piernas (aún tengo las ronchas de eso). Ya no tenía motivación de ir rápido y empecé a caminar a paso de paseo. Luego pensé que mientras más lento fuera, más me iba a demorar y entonces empecé a trotar.

Así iba a un paso muy cómodo (creo que tampoco podía darle más duro), cuando de pronto noté que algo me faltaba. La gorra. Después de echarme agua me la había metido bajo el elástico del short y ahora no estaba. Como me dió la impresión de que había sentido caer algo no hacía mucho, decidí volver a buscarla. La encontré bastante más lejos de lo que parecía. Estudiando el recorrido posteriormente, mediante el player de Garminconnect, ví que perdí más de 18 minutos por buscar la bendita gorra. Ya con mi gorra en la cabeza seguí por ese camino que me parecía desconocido esta vez, seguramente por efecto de la niebla. Ya muy cerca de Duarte me pasó un señor de unos 60 y pico años trotando a un buen paso. Me dijo que venía de San Bernardino. No fuí el único que tuvo la idea de hacer el recorrido por lo visto. Traté de seguirle el paso, pero que vá, no pude. Lo ví subiendo hacia el tanque y después se me perdió. Llegué al tanque en 4h 22'. Me paré a terminar el Gatorade. No tenía ganas de comer. Como a los 2 minutos llegó al sitio un corredor, con evidentes muestras de que se estaba dando una buena tabla. Lo reconocí de haberlo visto ganando el ecotrekking del Jarillo 42k por equipos. De modo que no era ningún pataruco. Me preguntó por el señor que me había pasado antes y comentó lo duro que iba. Con razón me dejo botado, pensé yo. Le pregunté que tiempo llevaba hasta ahí y me respondió que 3 horas 10 minutos. . Empecé a bajar pensando que en cualquier momento me iba a pasar, pero no lo ví más. Supongo que se quedó descansando en el tanque.

Tardé 28 minutos en llegar a la cota mil. Seguí hacia el Club Hebraica. Paré el cronómetro en la puerta: 4h 55'. Seguí corriendo. Me pareció bueno después de todo tener las fuerzas para hacerlo, después del recorrido más largo (por tiempo) que jamás haya hecho. No paré hasta encontrar un negocio abierto cerca a la Rómulo Gallegos, donde compré una Coca Cola y una botella de agua. Me bebí la Coca y con el agua me lavé la cara, cuello piernas y brazos. Me cambié la franela que había llevado ex profeso, paré un taxi y le indiqué que me llevara a Chacao.

Misión cumplida.